Características geográficas
El castillo de Javier está situado en la parte oriental de la Navarra Media, en la frontera con Aragón y cerca del río del mismo nombre.
Su emplazamiento posee unas características geográficas y estratégicas que han hecho de él una zona de paso importante.
El paisaje que se divisa desde la torre del homenaje de Javier es muy diverso:
– Al Norte, la sierra de Leire, imponente, con sus crestas rocosas en las que habitan colonias de rapaces. En las partes más bajas de la sierra hay bosques de quejigos, pinos y, en las zonas más sombrías de la ladera norte, incluso hayas. La sierra de Leire constituye una barrera natural que separa la Montaña de la Zona Media, es decir, los valles pirenaicos de Salazar y Roncal de las tierras llanas y fértiles a partir de Sangüesa.
– Hacia el Sur, se observan extensas tierras de cultivo que van descendiendo suavemente hacia el Aragón, río alimentado por las nieves de los valles pirenaicos de Canfranc, Hecho, Ansó y Roncal.
– Hacia el Oeste, se levanta la sierra de Izco y, a lo lejos, las cumbres de la Higa de Monreal y la Peña Izaga. En esta zona alternan bosques de encinas y robles con tierras de cereal y otros cultivos de secano. La azota el cierzo y son frecuentes las boiras (nieblas) y las escarchas.
– Al Este, muy próxima al castillo, corre la frontera con Aragón: tierras de Undués de Lerda, Uncastillo, Navardún, escenario en el pasado de numerosas guerras y conflictos.
Javier, por diversas razones, siempre ha sido un lugar estratégico:
– Comunica los valles del Pirineo con la Navarra Media y Ribera.
– Es lugar de paso de la Cañada de los Roncaleses, por donde estos llevaban, y llevan, sus rebaños a pasar el invierno a Las Bardenas.
– Desde 1223 fue frontera entre los reinos de Navarra y de Aragón.
– El río Aragón, que pasa junto al castillo, servía de vía de salida para la madera del Pirineo, que se transportaba río abajo en forma de almadías.
– Está situado en el Camino de Santiago.
– Por allí transcurría una antigua calzada romana.
– Es una zona de paso de aves migratorias.
El primer documento en el que se menciona el castillo es de 1217, aunque su construcción tal vez se remonte a fines del s. X o principios del s. XI.
En su origen, el castillo fue probablemente una simple torre de vigilancia y solo más tarde se convirtió en una fortaleza propiamente dicha, dotada de un complejo sistema defensivo.
En torno a esa torre primitiva, llamada de San Miguel, los señores de Javier levantaron a lo largo de la Edad Media diferentes edificaciones y recintos:
– El Palacio Viejo, que se destinó a vivienda de los señores.
– La torre de Undués, situada en la parte oriental y dotada de saeteras y matacanes para su defensa.
– En el lado opuesto se levantó la torre del Cristo, que alberga en su interior la antigua capilla del castillo.
– Cerrando el castillo por el Norte, un edificio destinado a bodegas, graneros y cuadras para el ganado.
– A finales del siglo XV, cuando Juan de Jaso era su propietario, se construyó el Palacio Nuevo, junto a la torre del Cristo. En una de las habitaciones de esta zona, nació el Santo.
Tras la anexión de Navarra a la corona de Castilla (1512), los hermanos de Francisco, Juan y Miguel, participaron en 1516 en el intento de restaurar la monarquía navarra. Fracasada la sublevación, el Cardenal Cisneros, regente de Castilla, mandó derribar todas las fortalezas de los rebeldes, entre ellas el castillo de Javier.
Fueron arrasadas las murallas exteriores que protegían la fortaleza, se desmocharon las torres, se rellenaron los fosos, y los matacanes y las saeteras fueron inutilizadas.
Privado de sus elementos defensivos, el edificio se convirtió en una casa grande.
Francisco fue testigo del derribo de la fortaleza. Tenía 10 años.
En 1892 se inició la restauración del castillo, ordenada por la XV duquesa de Villahermosa. El arquitecto Ángel Goicoechea se encargó de devolverle su aspecto original y su antiguo esplendor.
En 1952 se hizo una segunda restauración dirigida por el Padre Recondo, que descubrió los fosos y las murallas exteriores.
El castillo tiene las características propias de la época medieval. Dos puertas con dos puentes levadizos dan acceso a la portada principal del castillo, formada por un arco ojival de finales del siglo XV. En la parte superior se observan tres escudos de armas: en el centro el de Javier y a los lados se mezcla con los de Jaso y Azpilcueta.
A través del patio de armas accedemos a una escalera circular que conduce a la capilla del Cristo, el lugar más sobrecogedor del castillo. Está revestida de pinturas del siglo XV cuyo tema principal es la Danza de la Muerte.
El Cristo Crucificado que preside la capilla es de estilo gótico, de la misma época que las pinturas murales. Cuenta la leyenda que sudó sangre cuando Francisco murió.
Destacan en el castillo la llamada Sala Grande, antigua estancia familiar, la Sala de los Capellanes, hoy dedicada a museo, y la habitación que, según la tradición, ocupaba el santo.
Las diversas dependencias del castillo se utilizan en la actualidad para la exposición de objetos artísticos. Destaca la colección de documentos autógrafos del santo.
Junto al castillo se construyó una basílica, obra del mencionado arquitecto, inaugurada en el año 1901.
En sus arcos y bóvedas se recrean los estilos artísticos medievales.
En la iglesia parroquial de la Anunciación, alejada del castillo, construida a principios del siglo XVII sobre otra medieval, se conserva una talla románica de la Virgen con el Niño y la pila en la que fue bautizado San Francisco Javier.